“Es un orgullo transitar estos 25 años juntos porque hemos pasado diferentes etapas pero hemos ido avanzando en la cantidad de niños, en el fortalecimiento del equipo de trabajo y en el ser referentes en la comunidad…” dijo Estella Delallana, Maestra Coordinadora del club quien estuvo desde los inicios siendo una de las impulsoras de este centro.
Consultada acerca de cuáles fueron los mayores logros del club en este cuarto de siglo de vida, Estela señaló: “Uno de los mayores logros es el tener un equipo de trabajo conformado y estable, lo que hace que se vean avances en este proceso y la idea es seguir avanzando por el bien de los niños; también un gran logro ha sido el ser vistos como referentes en la zona y sentir el apoyo de la comunidad, sin ir más lejos el pasado sábado recibimos el Racimo de Valores que se entrega en la Fiesta del Vino que es algo que nos enorgullece mucho así que aprovechamos para agradecer a la comisión del Club Ciclista Juanicó…”.
Historia
Tanto el CAIF Caritas como el Club del Niño Granjeritos surgen ante la necesidad de contar con un espacio donde los niños puedan ser atendidos y que sus madres puedan salir a trabajar fuera del hogar: “En 1994 surge el Centro CAIF Caritas para atender a niños de 0 a 4 años y en 1996 ante la necesidad que había en la zona para atender a niños que superaban esa franja etaria comienza a funcionar el Club del Niño Granjeritos mediante la firma de un convenio para atender a niños a partir de los 5 años hasta los 12 años; al principio comenzamos funcionando con un convenio de 30 niños donde era el Colegio Santa Teresita pero luego tuvimos que dejar ese lugar porque la Curia pidió el local y nos mudamos para una casita acá en el pueblo donde teníamos muchas dificultades porque era chica, no tenía mucho espacio en el patio y era complicado trabajar en esas condiciones. Luego a raíz de una necesidad de vivienda que había en la comunidad se logró el segundo plan de MEVIR y con él se construyó este local donde estamos hoy en día desde el año 2000…”, contó Estela refiriéndose al contexto en el que nació la institución.
Los Clubes de Niños son centros socioeducativos dependientes del Instituto del Niño y el Adolescente de Uruguay (INAU), pensados para complementar la acción de la familia y de la escuela en aspectos sociales y educativos.
El club funciona de 8 a 16 horas en dos turnos, el matutino de 8 a 12 para los niños que van de tarde a la escuela, y el vespertino de 13 a 16 para quienes van de mañana, donde se les brinda un espacio de escucha, de reflexión, de educación en valores en el cual la participación es pilar fundamental; asimismo dentro de ese horario reciben desayuno, almuerzo y merienda.
Actualmente el club tiene un convenio por 70 niños y niñas pero atienden a 80 (50 niños en la mañana y 30 en la tarde) con una lista de espera de más de 25: “El problema es que el CAIF luego achica la franja de 0 a 3 años entonces quedaban fuera los niños de 4 años y fue así que empezamos a atender alguno de ellos fuera del convenio y estamos haciendo fuerza ante INAU para que amplíe la franja a partir de los 4 años; es una lucha que tenemos al día de hoy pero todavía no lo hemos podido lograr...” explicó luego.
Por su parte el equipo de trabajo está compuesto por una cocinera, una auxiliar de servicio, psicóloga, trabajadora social, Maestra de apoyo, Maestra Coordinadora y cuatro Educadores.
“Es un trabajo hermoso que lleva mucha carga emocional…”
Uno de ellos es Ignacio Bentancor, quien hace más de 10 años trabaja en el club: “Es un trabajo hermoso que lleva mucha carga emocional porque tenés momentos de alegría, pero también de tristeza y ellos encuentran en uno ese rol de tío, de abuelo, de alguien que los escucha, que le enseña a pelar una manzana, a atarse los cordones, a dibujar, a pintar, a relacionarse unos con otros, a solucionar conflictos...”.
Algo que para ellos es motivo de orgullo, es que tres de los educadores que hoy forman parte del equipo concurrieron al CAIF y al club como es el caso de Andrés Quatrini. “Acá se trabaja mucho los valores, el respeto, la solidaridad, el trabajo en equipo, los hábitos, que luchen por las cosas que quieren y eso se ve reflejado en ellos que ahora forman parte de este sueño y eso para nosotros es muy emocionante y nos enorgullece. También lo vemos reflejado en los egresados que a menudo nos visitan, lo que significa que dejamos una marca en ellos; nos pasa también con exalumnas del club que hoy traen a sus hijos al CAIF y que en pocos años esos niños van a estar concurriendo aquí…”, destacó Estela.
Este año fue muy especial para el club ya que la situación sanitaria no les permitió participar de las actividades que realizaban año a año ni festejar este tan significativo aniversario como se merecían: “Debido a la pandemia se perdieron festejos como el Día de la Madre, del Padre, del Abuelo, pero de a poco vamos a ir retomando, de hecho ya festejamos el Día de la Primavera en la cancha del Baby Fútbol de Juanicó. Ahora estamos ensayando para el festival de fin de año que se viene postergando por la situación sanitaria, en esta oportunidad será una pequeña muestra artística al aire libre ya que debido a los aforos no podemos invitar a todas las familias pero la idea es que al menos uno o dos integrantes de cada familia puedan concurrir. Asimismo todos los años íbamos a competir a Mercedes en una competencia que organiza INAU llamada Por la sonrisa de los niños donde participamos en diferentes disciplinas como atletismo, salto alto, carrera con posta, entre otras, pero con la pandemia se truncó pero igualmente nosotros seguimos entrenando…”, expresó Ignacio.
En cuanto a los festejos por el aniversario tienen pensado realizar una actividad más íntima en el mes de noviembre: “Somos de festejar los aniversarios y hace dos años que no podemos hacerlo pero la idea es celebrar en el mes de noviembre con los niños en el gimnasio Juanicó donde vamos a invitar al CAIF pero lamentablemente las familias no van a poder concurrir. Se extraña mucho la participación en ese tipo de actividades que hacíamos, competencias, los festivales y sobre todo el trabajo con las familias que siempre tuvieron las puertas abiertas pero con esto de la pandemia está todo más limitado...”, complementó Estela.
“La pandemia trajo consecuencias en la parte social y económica y de a poco estamos tratando de recuperar eso que se perdió…”
Según nos contaron, esa etapa en la club estuvo cerrado afectó mucho tanto a los niños y niñas que diariamente concurren al club así como también a los propios integrantes del equipo; igualmente nunca se dejó se brindar atención, sobre todo a quienes más lo necesitaban: “Los niños no estuvieron viniendo durante un tiempo y el equipo de trabajo estuvo haciendo guardias de hasta tres integrantes que era lo que nos permitía INAU, y se atendían a las familias más vulnerables con canastas a través de una donación que hizo FUCAC o brindando atención con la psicóloga. Luego de a poco fuimos sumando integrantes hasta que en un momento tuvimos el equipo completo y se aprovechó para hacer un trabajo de mantenimiento del local preparándolo para recibir a los chiquilines. La pandemia trajo consecuencias en la parte social, económica y de a poco estamos tratando de recuperar eso que se perdió y que es muy importante; el tema del distanciamiento costó bastante porque tenían mucha necesidad de estar cerca unos con otros...”, aseguró Estela.
“Los educadores seguimos en contacto de manera virtual a través de videos, llamando telefónicamente a cada familia para saber cómo estaban o si necesitaban algo; siempre se trató de mantener el vínculo. Se les enviaban diferentes consignas semanales para que vayan haciendo, por ejemplo cocinar en familia, hacer algún dibujo y ellos luego nos mostraban los resultados. Tampoco queríamos sobrecargarlos porque ellos ya tenían sus tareas de la escuela. A veces necesitaban apoyo con las tareas escolares entonces algunos casos puntuales venían a hacer los deberes acá con la maestra y los ayudábamos entre todos. Extrañamos mucho la presencia de ellos, teníamos mucha ansiedad de ver como los encontrábamos en ese regreso y se veía que tenían mucha necesidad de socializar y estar en contacto con otros niños…”, relató Ignacio.
Proyectos
“Acá se trabaja en base a un proyecto institucional elaborado por todo el equipo de trabajo a principio de año a partir de las debilidades que hubo en el año anterior donde se tiene en cuenta el trabajo con talleres rotativos y la maestra junto con los educadores planifican el día a día en base a ese proyecto. Nosotros este año teníamos pensado trabajar en un proyecto que tenía que ver con las emociones, que ellos puedan manejar la alegría, la felicidad, la tristeza, la ansiedad, la angustia, pero con la pandemia quedó medio trancado entonces agregamos un proyecto de huerta que es lo que estamos trabajando actualmente. Además, se coordina con la escuela 9 para fortalecer las áreas específicas donde ellos tienen alguna dificultad y si bien no se hacen deberes sí se apoya el área de Ciencia, Matemática y Lengua...”, detalló Estela.
Respecto a las actividades que realizan, Ignacio indicó: “Hacemos talleres de recreación, de teatro, carpintería, cocina, plástica, ciencias, aeróbica, atletismo y también hacemos campamentos con todos los niños. No tenemos un espacio físico exterior para atender tantos chicos pero por suerte tenemos dos plazas que están cerca, contamos con el gimnasio de Juanicó, y el Club Ciclista nos presta la cancha de bochas donde estamos tratando de inculcarles esa disciplina a los chiquilines…”.
Uno de los proyectos que surgió desde el club fue el de las letras corpóreas que están colocadas en el acceso al pueblo, algo que enorgullece a la institución porque ha contribuido a fomentar la identidad de la localidad y que la comunidad se apropie de ellas: “La comunidad se apropió de esas letras y nos queda el orgullo de que fue un proyecto que surgió en el club trabajando en los derechos de los niños en cuanto a tener una identidad. Después sobre la marcha nos dimos cuenta de que era un proyecto muy costoso pero todo se alineó para que saliera, la empresa que estaba realizando el acceso a Juanicó nos facilitó la explanada donde se colocaron las letras, tuvimos el apoyo de toda la comunidad y las empresas de la zona, hasta que finalmente llegamos a la meta de juntar la plata para hacer los moldes de las letras que era lo más costoso y avanzamos porque encontramos eco en la comunidad, nunca hubo un pero y eso te motiva a seguir. Cuando las vimos colocadas no podíamos creer lo lindo que habían quedado. Nos vienen a pedir permiso a nosotros para pintarlas pero las letras son de toda la comunidad, acá solo surgió el proyecto. Lo que si les pedimos es que luego la vuelvan a pintar de blanco para una futura intervención…”, expresó Ignacio.
“Se han intervenido para la Semana del Corazón, para el mes de la diversidad y en noviembre nos toca a nosotros por ser el mes de los derechos del niño pero todavía no tenemos pensado que vamos a hacer…”, añadió Estela.
“Uno de los desafíos es seguir mejorando en cuanto a la atención y la capacitación porque nuestro primer objetivo son los niños…”
Por último, preguntada acerca de los desafíos que tiene la institución a futuro, Estela afirmó: “Que la comunidad nos siga apoyando como hasta ahora, que sigamos siendo una institución referente en la zona, y lo que más anhelamos es poder aumentar el cupo al menos a 10 niños más y a su vez se permita niños a partir de los 4 años; hace poco tuvimos la visita de la ministra y los directores de INAU así que tenemos una luz de esperanza en ese sentido. Asimismo, otro de los desafíos es seguir fortaleciendo al equipo para mantener lo que hemos logrado hasta ahora y seguir mejorando en cuanto a la atención y la capacitación porque nuestro primer objetivo son los niños…”.
“Felicitar a los compañeros de COMACA (Cooperativa de Maestros de Canelones) que gestiona el CAIF Caritas, Club del Niño Granjeritos y CAIF Nehuen de Canelones, sobre todo a Cecilia Giacosa, Miriam y Andrea Garro, Estela Delallana y Sandra Cuello que son los puntales de todo esto…”, concluyó Ignacio.