Como se recordará el grupo de Artesanas de Juanicó se fue formando a fines de los años 80, cuando en momentos de crisis las mujeres comenzaron a elaborar productos de la granja en forma artesanal para ayudar a la economía familiar; aunque se formalizó como cooperativa tiempo después, en 1994.
Beatriz Peraza, impulsora de esta iniciativa nos decía: “Pensamos que se merecían ese homenaje, un poco como aliciente también y en reconocimiento de las duras batallas que ha significado para todas ellas poder gestionarse y tener su autonomía económica y ayudar a sus familias a salir adelante. Por ese motivo decidimos invitar a las que estuvieron siempre y a las que están ahora, fue una alegría poder contar con ellas y se les hizo entrega de una placa, donde se pudo reconocer su trabajo y pudieron exponer las fotografías de su trayectoria, de los tiempos en que comenzaron y hacer un poco de historia”.
En representación de Artesanas de Juanicó, Susana López dijo palabras muy emotivas, contando desde los inicios, como fue surgiendo el grupo (luego cooperativa) hace mas de 40 años, y como lo viven hoy a pesar de estar ya veteranas y algo cansadas.
En ese sentido se está buscando continuar con dicha cooperativa, y hay una intención desde el gobierno también de accionar y ver qué medidas se pueden tomar para que esta cooperativa de elaboración artesanal continúe.
En dialogo con Semanario Progreso Al Día; Susana López manifestaba: “Con gran alegría recibimos el reconocimiento que nos hicieron en el Pabellón del Gobierno de Canelones, el pasado jueves 12. Pudieron ir algunas de las primeras socias de la cooperativa, otras por problemas de salud no pudieron asistir. La verdad que nos llenó de alegría y nos dio más energías para seguir acompañando a las mujeres que con mucha valentía siguen apostando a la cooperativa Artesanas de Juanicó”.
Respecto a la historia de Artesanas, Susana recordaba: “Artesanas de Juanicó nació como un grupo de mujeres que luego de la crisis económica del año 82 cuando hubo una devaluación muy grande, se «rompió la tablita», todas las empresas a nivel de todo el país tuvieron un receso muy grande y también el campo; y ahí las mujeres de las familias salimos a vender los productos que elaborábamos para el consumo nuestro, que en tiempos de cosecha se elaboraban mermeladas, duraznos en almíbar, los tomates en su tiempo, se envasaba para el consumo de todo el año. En mi caso personal recuerdo que uno de los monjes que estaban acá en la zona de Villa Guadalupe en el Monasterio, me dijo «porque no empiezan a vender los productos que ustedes elaboran que son tan ricos y sanos?»… Empecé a ir a Montevideo a vender, a la gente les encantaban, eran productos naturales, sin conservantes, sin colorantes… Lo mismo pasó en Las Violetas con Mirel -la esposa de Pocho Lugano-, que con su suegra hacían una jalea exquisita; que recibió en el LATU todos los premios, también en la Colonia Moricci había compañeras que elaboraban y salían a vender, lo mismo sobre la ruta y en el pueblo, Ahí alguna visionaria como fueron Jenny Coates e Inés Espino, tuvieron la idea de reunir a estas mujeres que estábamos en la zona de Juanicó, en el campo. Fue el primer grupo en el país de mujeres rurales que se unieron para fortalecer la economía familiar, se unieron para vender sus productos y a raíz de esto también surgió en Montevideo apoyo de otros grupos que estaban surgiendo, y miraron a Juanicó como un proyecto inicial. Allí una ONG que se llamaba GTZ –de origen austriaco y alemane-, nos dieron todo su apoyo, nos vincularon con el LATU, venían a darnos cursos de conservación de los alimentos envasados, nos dieron apoyo para el diseño de las etiquetas, nos dieron apoyo para la formación de la cooperativa. Nos contactaron con una escribana que junto con Jenny y con la coordinadora le dan inicio a AMRU (Asociación de Mujeres Rurales del Uruguay), con el apoyo y el pensamiento de todas esas mujeres se crearon los estatutos y lo que les pareció mejor era formar una cooperativa agraria de responsabilidad limitada, que se iba a llamar Artesanas de Juanicó”.
Agregaba respecto a los orígenes: “Nosotros empezamos a vender en el año 85-86, todo ese movimiento de mujeres que vendíamos individualmente en algunos comercios, en algunos puestos, en algunas ferias, fue hace 40 años… Después habilitar una cocina, sacar los permisos de los envasados en cada departamento, bromatología de Canelones aprobaba los productos que eran muchísimos como almibares, mermeladas, embutidos. Canelones aprobaba todos esos permisos y después había que volver a hacer todo el trámite en Montevideo, fueron años que vendíamos con mucho temor en Montevideo, porque los inspectores de Montevideo eran muy exigentes, si nos veían con los bollones sin la autorización de Montevideo, te sacaban los bollones, te multaban… No fue fácil, pero hoy por hoy que han pasado cuarenta años todos esos palos en las rueda que tuvimos fortalecieron a nuestras familias, porque fueron nuestras familias que trabajaban detrás nuestro. Gracias a ese trabajo de hormiguita de todas las familias pudimos mantener el campo en propiedad y quedarnos en el campo, que era lo que lo que queríamos…”
Agregaba que “en mi caso personal mi esposo con mis hijos elaboraban y yo salía a vender, en vacaciones algunos de ellos iban conmigo pero casi siempre las cosechas se dan en verano y eran tiempo de vacaciones, se plantaba, se cosechaba y se envasaba, si algún producto no lo teníamos en la chacra nuestra, se lo comprábamos a los vecinos…
En cuanto a las cocinas que se utilizaban para la elaboración de los productos la primera fue en la casa de una compañera, después se alquiló un lugar en el pueblo que era más al centro para poder elaborar, y allí se habilitó esa cocina. Luego nos presentamos a un llamado al Ministerio de Industrias y ganamos, tuvimos una puntuación muy importante, salimos seleccionadas, y nos dieron un dinero que me acuerdo que era algo de 23 o 24 mil dólares, con ese dinero podíamos levantar una cocina, comprar maquinaria para elaborar, pero no podíamos comprar un terreno. Sabíamos que había terrenos municipales, fuimos a la intendencia y después de tres años de trámites, de ir todas las semanas a jurídica de la Intendencia se logró hacer un comodato para Artesanas de Juanicó de un terreno y allí construir la cocina que hoy está habilitada con todos los permisos. También con ese dinero se compraron dos mesas de acero inoxidable, había una mesa que AMRU nos había regalado, o sea que hoy en la cocina hay tres cómodas mesas para elaborar de acero inoxidable, se compró heladera, cocina semi industrial, procesadora, licuadora, amasadora, se compró todo lo que se necesita para elaborar los productos. Con los años las artesanas fuimos creciendo en edad, jubilándonos y fuimos dejando el grupo, pero en un momento se creó un grupo de pastas, que elaboraban pastas los fines de semana y comidas. Es el que está elaborando en la cocina. Ellas son muy valientes de seguir porque tienen que seguir apostando a relacionarse con la auditoría interna de la nación por el control de las cooperativas, con BPS, con DGI, está el permiso de bomberos, el permiso de bromatología todo al día.
Las personas que se incorporen tendrían que tener emprendimiento con algún producto o varios, con una unipersonal o mono tributo. Esas personas pueden elaborar en la cocina que tienen todas las habilitaciones, van a la intendencia de Canelones, se presentan, registran su empresa en bromatología y después pueden elaborar, conversan con las artesanas como es la forma de elaborar, usando todas las instalaciones, se cobra algo a convenir por hora y pueden elaborar en la cocina, eso es lo que de aquí en mas se está logrando.
Han venido algunos emprendimientos a elaborar, estuvieron elaborando hamburguesas vegetarianas.
Los emprendedores que quieran realizar un producto con habilitación de bromatología pueden acercarse a Artesanas de Juanicó, conversar con ellas para ver cómo pueden lograr elaborar allí y que su producto pueda salir al mercado con todos los permisos.
Esa cocina tiene que quedar para que en el futuro todo el que quiera tener un emprendimiento de alimentos pueda tener allí un lugar donde elaborar, un lugar con todos los permisos y adecuado para eso, para generar una fuente de trabajo.”
Finalizó diciendo que “este reconocimiento mueve toda una trayectoria que fue de mi familia y de la familia de todas las mujeres, nuestros hijos colaboraban y se acostumbraban a trabajar y también estudiaban. Esta es la experiencia que nos dejó Artesanas de Juanicó, nos fortaleció como personas, a nuestros hijos como adolescentes y jóvenes que aprendieron a trabajar, a administrar la economía… una compañera decía «no es mucho lo que saco, pero con esto le puedo pagar el abono a mi hijo para que vaya a estudiar», no era poco”.
Las que pudieron concurrir al Pabellón de Canelones en el Prado, el día del reconocimiento, fueron: Ester Aida, Beatriz Aida, Mabel Presa, Estela Rodríguez, Inés Felito, Susana López, Adriana Bertaiola, Gladys Gómez, Miriam Martínez, Lorena Da Rosa.