|
09/05/2020

Alberto “Tito” Pereira nos relata su historia de superación ante las drogas

Todos conocemos los efectos destructivos que tienen las drogas en nuestros jóvenes que cada día vagan por las calles de nuestra ciudad, muchas veces ajenos a la mirada indiferente de la gente; pero detrás de cada uno de ellos se esconde una historia de vida y sólo en algunas ocasiones termina con final feliz.
tito-pereyra-excweb.jpg

Éste es el caso de Alberto Pereira (28), un joven progreseño que tras consumir drogas durante 16 años en forma ininterrumpida está superando su adicción y hoy se encuentra en recuperación, con más de un año sin consumir.

Desde pequeño, “Tito”, como se lo conoce popularmente, se caracterizaba por ser una persona hiperactiva, trasgresora, con déficit de atención, problemas de compulsividad y obsesividad, aspectos de la personalidad que fertilizaron ese campo para que la enfermedad pudiera desarrollarse. Comenzó consumiendo cannabis a los 12 años pero su adicción despegó a los 17 años cuando empezó a consumir cocaína de forma excesiva; al año comenzó a traficar para poder sustentar el consumo, luego probó la pasta base y esa enfermedad fue progresando hasta llevarlo a lugares muy oscuros. Al darse cuenta que no quería eso para su vida decidió recapacitar, pedir ayuda y someterse a un tratamiento de rehabilitación que duró nueve meses.

Hoy “Tito”, luego de dejar atrás la enfermedad y empezar una vida nueva, es operador terapéutico en la comunidad de Betania, lugar donde realizó parte de su tratamiento en la cual ayuda a otros adictos a superar la adicción.

En la siguiente nota compartiremos esta historia de superación que demuestra que siempre hay lugar para la esperanza.

 

“Desde chico me caractericé por ser una persona hiperactiva, con déficit de atención y problemas de compulsividad…”

P.al Día- ¿Cómo fue tu infancia?

Alberto Pereira- Mi hermosa infancia la viví en Progreso, nunca me faltó nada en lo afectivo ni en lo material, cursé mis estudios en la Escuela 204, luego hice secundaria en el Liceo Gilberto Iglesias hasta 4º Año.

Desde chico me caractericé por ser una persona sociable, hiperactiva, con déficit de atención y problemas de compulsividad, en fin, muy inquieto. Hacía mucha actividad física (hándbol, basquetbol, fútbol) porque mis padres trataban de que canalizara mis excesos de energía a través del deporte.

Viví parte de mi infancia en cada barrio de Progreso y trascendía generaciones porque empecé a criarme con el grupo de mi hermano mayor (35).

Siempre fui una persona con sentimientos de libertinaje, totalmente trasgresor, quizás por la adrenalina que eso genera, trasgredía los protocolos de convivencia familiar y social.

P.al Día- ¿Cómo eras como estudiante?

Alberto Pereira- Tenía facilidad de aprendizaje en el estudio pero nunca los pude focalizar porque mis pensamientos de rebeldía siempre me llevaban a cuestionar los fundamentos que tenían de trasfondos tanto la doctrina filosófica como los sistemas de gobierno y llegué a la conclusión de que el adoctrinamiento no es algo que sea redituable sino la enseñanza en sí que genere una mente autónoma con pensamientos propios. Eso fue lo que me llevó a no poder acepar determinadas normas de mi vida.

En 2º Año de liceo abandoné y perdí el año por inasistencias, luego volví a recursar 2º Año y me pasó lo mismo pero me ofrecieron la oportunidad de poder dar los exámenes libres y de 11 salvé 10, el único que perdí fue porque no me presenté a la materia.

En 3º Año concurrí una semana y abandoné, luego fui al instituto Los Nogales en calidad de pupilo pero continuaba con esa actitud de trasgresor y rebeldía, incluso hice un experimento químico y fui expulsado del centro como me ocurrió varias veces en los centros educativos; estuve un par de años vagando hasta retomar los estudios a los 18 años, comencé a cursar 3º Año en el liceo nocturno de Progreso y abandoné un mes y medio antes de terminar el año pero por las calificaciones que tenía solo me llevé un par de materias.

 

“A los 12 años comencé con el consumo de cannabis y a los 17 años cocaína…”

 

P.al Día- ¿A qué edad comenzás a consumir drogas?

Alberto Pereira- Desde chico siempre presenté características de un adicto, compulsividad y obsesividad por las cosas, para poner un ejemplo gráfico si compraba diez caramelos tenía que comérmelos en seguida, y eso hace más fácil que la enfermedad se desarrolle. La etapa de enfermedad activa empezó a los 12 años con el consumo de cannabis y se mantuvo regularmente hasta los 17 años. Luego comienzo a consumir cocaína de forma vertiginosa, excesiva, no tenía autocontrol, y al año estaba traficando para poder sustentar el consumo. La cultura de mis compañeros de consumo era siempre mantenerse en el mismo nivel de consumo porque había un miedo muy grande hacia sustancias psicoactivas más fuertes como la cocaína o la pasta base y con ese nivel de conciencia y el sano juicio que todavía no estaba tan alterado podía llegar a percibir que no era algo beneficioso para uno entonces me mantuve estable, además mis propios compañeros no me dejaban consumir otra cosa, habían ciertos códigos en ese sentido. 

P.al Día- ¿Qué te llevó a comenzar a consumir drogas?

Alberto Pereira- La enfermedad de la adicción es un proceso largo que es mantenido durante el tiempo y hay muchos factores que influyen; uno es el encendido génico que es la carga genética que podés aportar de un consumidor, es decir, si empezamos a buscar en nuestro árbol genealógico todos encontramos algún adicto no definido y ese gen de la adicción va pasando de generación en generación por medio del ADN y eso te da predisposición genética a desarrollar la enfermedad. Otros factores que influyen son la personalidad y en mi caso esa hiperactividad, el trasgredir normas y demás fertilizaba ese campo para que pudiera desarrollarse la enfermedad. Si bien la droga trasciende estratos sociales el punto geográfico en el que uno se encuentre también va a influir en la persona y en el consumo.

Esa enfermedad fue progresando y me fue llevando a tener muchos problemas.

P.al Día- ¿En qué ámbito se dio ese primer contacto con la droga?

Alberto Pereira- Hay una frase que dice que la droga siempre llega disfrazada de traje y corbata y es así, oportunidad de consumo van a haber miles y más en la sociedad actual que está inundada por estupefacientes; como dije antes siempre fui de vincularme con personas mayores por ese sentimiento de soberbia y arrogancia de que mi edad no era correspondida con mi madurez mental, pensaba que estaba por encima de los de mi edad entonces el consumo en mi caso llega a través de compañeros de liceo, uno fue influenciando a otro y llega un momento que sos el único del grupo que no está consumiendo y el ambiente que genera que todos estén consumiendo te incita a consumir, es como un requisito de ese grupo social para que formes parte. También por ese sentimiento de misterio, de saber y descubrir cuáles eran los efectos y también de atracción a las mujeres porque era un acto de rebeldía.

 

“El proceso es lento y gradual, hay etapas de la adicción que uno va transitando hasta llegar al consumidor problema…”

 

P.al Día- ¿Qué efectos generaba en vos la marihuana?

Alberto Pereira- La marihuana está catalogada como estupefaciente estimulante y alucinógeno por los psicoactivos que contiene entonces genera en vos otro estado de percepción de la realidad, bienestar físico, apetito, cansancio (bajón), genera un tipo de relación con lo místico, con el ser interior que otro tipo de sustancia y esa sensación de conexión con la naturaleza es lo que te llama, al menos para mí que me considero una persona mística y ecologista y eso me reforzaba los lazos con esa droga; hay gente que lo consume con otros fines.

Si bien es considerada la droga menos nociva, está científicamente comprobado que es uno de los consumos que genera más tipo de esquizofrenia en el mundo, con brotes sicóticos y demás, por eso en muchos países el consumo recreativo como está legalizado en Uruguay no lo aprueban.   

Además es el primer paso para entrar en el consumo de otro tipo de drogas.

El proceso es lento y gradual, hay etapas de la adicción que uno va transitando hasta llegar al consumidor problema, empieza con una línea de consumo clásica que es primero para probar, le gustó, lo repite una vez al mes, va subiendo la frecuencia y así hasta generarse la propia adicción o dependencia química a esa sustancia pero como la marihuana materializa pocos problemas en cuanto a los vínculos familiares, económicos o sociales, el consumo es mucho más sostenido porque no es problemático para vos. El nivel de tolerancia que genera el cuerpo va haciendo que el organismo se adapte a la ingesta de esa sustancia y genera la tolerancia que es la capacidad de resistencia que tiene el cuerpo de la propia sustancia y ahí está la progresión de la enfermedad, entonces voy a necesitar lazos temporales más cortos, dosis más grandes y de esa forma se va generando esa relación de dependencia con la sustancia hasta que vamos avanzando al siguiente escalón porque el nivel de satisfacción que sentíamos en las primeras veces ya no se genera por tanto el organismo va pidiendo otro tipo de sustancia.

P.al Día- ¿También consumías alcohol?

Alberto Pereira- Nunca me gustó el alcohol entonces no tuve problema pero la aceptación social que hay con esas drogas legales y la cultura de que el asado va con el vino y demás va incitando a todo eso y se empieza a generar la enfermedad del alcoholismo que cuando se consume paralelamente con otras drogas (policonsumo) el efecto se ve acrecentado totalmente; tiene un efecto desinhibidor, perdida de sicomotriz de desempeño, el sano juicio se ve alterado, la funciones motoras ya no son las mismas.

 

“La tribu urbana a la que yo pertenecía fue avanzando en el consumo, y se pasó a la cocaíana…”

 

P.al Día- ¿Recordás cómo se dio el paso de la marihuana a la cocaína?

Alberto Pereira- Fue algo natural, la tribu urbana a la que yo pertenecía fue avanzando en el consumo y llegó un momento en que todos consumían; y en la primera dosis el lazo que creé fue muy fuerte, empecé a priorizar el consumo de cocaína por el de marihuana y así sucesivamente.

Asimismo los efectos eran más adversos que el de la marihuana porque la cocaína tiene un grado de dependencia mucho más grande, tu desempeño no es el mismo porque es inhibidor del sueño, del apetito, entonces esas necesidades fisiológicas se ven más alteradas y a mediano y corto plazo comienza ese proceso de deterioro integral de la persona tanto a nivel físico como psicológico y va teniendo consecuencias también en el relacionamiento social y familiar. Además económicamente no era tan sustentable teniendo en cuenta que 1 gramo de cocaína sale $500 y por esa plata comprás 25 gramos de marihuana donde con 3 gramos diarios podés sobrellevar la adicción.

P.al Día- ¿Cómo influyó la adicción en tu vida desde el punto de vista laboral?

Alberto Pereira- Yo siempre analizaba la vida de un obrero promedio de la sociedad y no quería esa vida para mí, trabajar 60 años para poder disfrutar los últimos años de vida donde el cuerpo no es el mismo, y eso generaba cierto rechazo al trabajo de mi parte. Con 12 años trabajaba como zafral, a los 18 años tuve el primer problema con mi familia y me fui de mi casa y ahí descubrí la faceta de la autonomía, me fui a vivir a la casa de un compañero que tenía ingresos económicos muy bajos y ese año comencé a trabajar en la construcción, generaba cierto capital y al otro día sentía que no necesitaba ir porque ya tenía plata en el bolsillo. Vivía el momento y si tenía la necesidad de trabajar iba pero si tenía plata no lo hacía, siempre con ese pensamiento muy inmaduro. Eso me llevó a tener problemas en el aspecto laboral. Al tiempo que trabajaba en la construcción también estudiaba, pero siempre consumiendo.

 

“Consumí ininterrumpidamente desde los 12 años hasta los 27 años…”

 

P.al Día- ¿En algún momento dejaste de consumir en todos esos años?

Alberto Pereira- No, consumí ininterrumpidamente desde los 12 años hasta los 27 cuando me interné. Intentar parar o dejarla de lado era por lazos temporales muy cortos porque siempre el síndrome de abstinencia me ganaba; además cuando el uso es interrumpido la memoria biológica es modificada de tal forma para que cuando el consumo se vea interrumpido y se retome nuevamente en un futuro se comience en el mismo nivel de consumo que se llevaba anteriormente entonces empezaba de nuevo con la frecuencia en la que había dejado y con la misma sustancia. Esa abstinencia te generaba además más ganas de consumir, entonces si una semana no consumía a la siguiente consumía el doble de lo que lo hacía comúnmente.  

P.al Día- ¿Eras consciente que eras adicto problemático o no querías asumirlo?

Alberto Pereira- Yo sabía que era adicto pero la autosuficiencia, la arrogancia, el miedo a la estigmatización social, me fueron haciendo tapar ese consumo. Si bien no lo exteriorizaba siempre me consideré un consumidor problemático y nunca tuve la determinación de tomar cartas en el asunto y pedir ayuda. Para salir uno necesita mucha contención familiar, programas, herramientas, capacitación de tu propia enfermedad y cómo se manifiesta.

En ese sentido soy un agradecido de la vida porque siempre tuve personas cerca que me quisieron llevar por el buen camino y me dieron una mano preocupados por mi situación, más aun en la etapa final del consumo que fue muy problemática al punto que terminé en situación de calle. Aprovecho para agradecer a esas personas que se acercaron a casa, que se ofrecían incluso a costear la totalidad de mi tratamiento. La victimización, el autoengaño, son mecanismos de autodefensa que la enfermedad genera para poder mantener el consumo en el tiempo.

P.al Día- ¿Qué cosas te llevó a hacer la cocaína?

Alberto Pereira- Nunca llegué a robar nada para mantener el consumo sustentable de cocaína pero sí a mentir a mis padres.

P.al Día- ¿Cómo vivieron esa etapa tus padres?

Alberto Pereira- Mis padres sufrieron mucho, varias veces me ofrecieron ayuda sutilmente para no tener ese choque de decirme que sabían que estaba consumiendo, siempre estuvieron atentos a como yo estaba y trataron de buscarle la vuelta pero la falta de información y capacitación que ellos tenían en ese momento hizo que no pudieran accionar de la mejor manera para hacerme entrar en razón.

P.al Día- ¿La exteriorización de la enfermedad era evidente?

Alberto Pereira- Sí porque cuando consumís cocaína uno se siente paranoico, como que hay una conspiración detrás de ti de que te anda buscando la policía o tus padres y a nivel físico estaba muy flaco y tenía la piel reseca por falta de hidratación y nutrición.

 

“A los 18 años empecé a traficar con cocaína para tener dinero para consumir…”

 

P.al Día- ¿A qué edad comenzaste a traficar?

Alberto Pereira- A los 18 años empecé a traficar con cocaína para tener dinero para poder consumir, fue algo rápido y vertiginoso. Uno de los efectos de la cocaína es que te sentís omnipotente y a su vez los compañeros de consumo te idolatran porque tenés la sustancia en el bolsillo, sos el que manejas la pelota, entonces tu autoestima está por el cielo porque todo el mundo te quiere y eso hace más constante el suministro a otras personas y te genera vinculación con narcotraficantes más fuertes. El tráfico era local, Progreso tiene más consumidores que cualquier villa que lo rodea porque hay mucha gente que la consume exitosamente en todos los estratos sociales; llegué a proveer a un montón de jóvenes de acá. Trafiqué mucho en lugares de fiestas o bailes, que es donde se consume mucho… las movidas de la noche.

Para que tengas una idea una tiza de cocaína (10 gramos) puede salir $3.000 y podés sacar fácilmente $5.000 pesos sin estirarla y dando 1 gramo de balanza, cosa que nunca se da porque el traficante por esa avaricia siempre engaña mezclándola con noveminas para engrosar el tamaño de la sustancia y generar más plata o dar menos dosis de la exacta. Empecé con 5 gramos y en una semana me pasaron 275 gramos por la mano de un 24 a un 31 de diciembre.

Así estuve traficando hasta que una vez estuve siete días sin dormir y decidí dejar de vender pero no de consumir.

P.al Día- ¿Nunca tuviste problemas con la ley?

Alberto Pereira- No porque era muy sutil, además nunca había estado vinculado con ningún grupo delictivo o narcotraficante entonces no había relación y hasta ese momento nunca había tenido antecedentes.

Uno va conociendo los códigos del hábil declarante para poder zafarla y se va generando ese sentimiento de intocabilidad, de que si no me agarraron hasta ahora no me va a pasar nada.

P.al Día- ¿Cómo se da el paso de la cocaína a la pasta base?

Alberto Pereira- Fue a los 19 años, recuerdo que fue algo esporádico, comenzando con una mixtura con la marihuana y pasta base (bazoco). Es un efecto antagónico porque por un lado la marihuana es depresora, te baja las revoluciones y la pasta base es al revés, te pone eufórico, híper acelerado. Al principio no me gustó, probé otra vez, me gustó y ahí empecé y desde los 19 a los 24 consumí solo bazoco, era un pretexto más para dejar la marihuana de lado, solo la compraba si la iba a mixturar con la pasta base con un consumo abusivo, en grandes cantidades (5 bazocos por día), incluso en una noche llegué a fumar 37 y en plata es un disparate para una persona que no trabajaba, pero mi sociabilidad y mi conexión con muchas personas del pueblo me facilitaba ese consumo excesivo.

P.al Día- ¿Por qué se da ese cambio de sustancia?

Alberto Pereira- Yo siempre generé rechazo a la pasta base porque tuve realidades cercanas de conocidos en común y veía la degradación de esas personas, el daño que causaba tanto en él como en su familia pero los ambientes que fui frecuentando me fueron poniendo más cerca del consumo de pasta base; además cuando necesitás ir a comprar muchas veces el mismo traficante te ofrece variedades de drogas y somos seres influenciables por circunstancias que nos rodean en la vida cotidiana; fue un efecto dominó que me fueron llevando a determinado lugar. Nunca hay un sentimiento de satisfacción con la droga, es progresivo.

 

“Vivía para consumir y consumía para vivir…”

 

P.al Día- ¿Cuándo y cómo comienza ese último tramo de tu vida que te sumergió totalmente hasta tocar fondo?

Alberto Pereira- A los 24 hice un viaje por Sudamérica (Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia) y en ese trayecto en la triple frontera (Brasil, Bolivia y Perú) fumé por primera vez pasta base en pipa y fue algo que me desestabilizó, y eso fue progresando, después entré en Colombia donde sale más barato drogarte que comer. Al yo tener que autosustentarme día a día tenía que estar en constante movimiento para generar dinero, hacía circo, malabares principalmente en semáforos, funciones en bailes, y con eso me alcanzaba para satisfacer mis necesidades y para mantener mi consumo porque el potencial económico que se necesita para vivir en otros países es totalmente diferente al de Uruguay.

Cuando vuelvo a Uruguay (2017) sigo haciendo malabares en los semáforos generando muy buena plata y la volcaba totalmente para el consumo de pasta base porque al vivir con mis padres todas mis otras necesidades estaban cubiertas, y ahí fui progresando en el consumo. La pasta base fue acaparando todos los aspectos de mi vida, gastaba toda mi energía en conseguir la plata, la sustancia y consumirla, mi vida se redujo a un nivel primitivo, vivía para consumir y consumía para vivir, dejé de trabajar, y otro de los factores que incidió es la facilidad para conseguir la sustancia, había un alto número de consumidores de pasta base en Progreso que antes no se veía. A partir de ahí hubo un retroceso en mi vida y un ascenso en mi consumo que me llevó a vincularme con personas que estaban en actos delictivos, a mí siempre me produjo rechazo el hecho de robar pero la naturalización de la situación hizo que se modificara esa percepción acerca de la delincuencia, justificaba mis actos creyendo que no era tan malo hasta que terminé robando. El consumo de pasta base me llevó a hacer cosas que iban en contra de mi ética y mi moral porque siempre estuve en contra de la delincuencia e influido por la droga terminé haciéndolo.

Es un proceso hasta que en un momento te preguntás cómo fue que pasó todo, te sentís bien porque te mantiene la droga pero cuando estas sobrio hay un despertar de conciencia, tenés otra percepción de la realidad y llegás a ver el grado de deterioro que tenés pero es retroactivo, querés tapar esa realidad volviendo a consumir, porque el problema del adicto es camuflar o anestesiar sus problemas por medio del consumo.

“Estuve cerca de la cárcel y de la muerte…”

 

P.al Día- ¿Llegaste a cometer robos a mano armada?

Alberto Pereira- Nunca rapiñé a personas, siempre fueron a comercios, pero nunca con el grado de violencia que se ve hoy en día de lastimar a personas; en uno de esos robos fui identificado y procesado sin prisión que fue uno de los factores que me hizo entrar en conciencia de que necesitaba ayuda.

P.al Día- Hay una frase que dice que la droga te puede llevar a tres lugares, la cárcel, el hospital o el cementerio, ¿te viste en algún momento de tu vida cerca de eso?

Alberto Pereira- En la carrera del consumo estás expuesto a muchos peligros que ponen en riesgo tu integridad física, hay gente que le debe a narcotraficantes y las represalias son fuertes, estás robando y te matan, caés en prisión y morís por una infección, podés ser portador de VIH por consumir intravenosa y compartir la jeringa.

Si bien no estuve preso fui formalizado pero estuve muy cerca, y de la muerte también porque tengo una cicatriz en el pectoral producto de una puñalada por un cruce con un consumidor. 

P.al Día- ¿Cuánto tiempo estuviste en situación de calle?

Alberto Pereira- Después que volví del viaje estuve un tiempo viviendo con mis padres y luego sí comencé a vivir en la calle durante un año; el estar durante días consumiendo, mal dormido y mal comido hacía que te desmayaras y ahí quedabas; dormí mucho tiempo en camiones abandonados, recuerdo un día pasar frente a mi casa y ver a mis padres comiendo, yo tenía un hambre tremenda y pensaba que tenía todo para estar bien y por elección propia decidía estar mal.

P.al Día- ¿En qué momento te diste cuenta que no querías eso para tu vida y decidiste pedir ayuda?

Alberto Pereira- Fueron muchos factores que hicieron ese despertar de conciencia en mí. Tuve la suerte de haber conocido a quien es un referente para mí que tiene un alto porcentaje en el éxito de la recuperación como lo es Victorio Ponce de León que es el dueño de la Unidad Terapéutica Betania.

Cuando estaba en situación de calle me encontré con él, generamos un vínculo muy bueno, se fue interesando en mi situación y me dijo que el día que estuviera dispuesto a salir de las drogas él iba a ayudarme, yo no quería dejar de consumir pero estas situaciones me llevaron a darme cuenta que solo no podía y no quería eso para mi vida.

Un día fui a su casa, me sacó a comer, fuimos a dar unas vueltas en el auto y me fue interiorizando en lo que era necesario para que yo saliera de la droga.

El tratamiento duraba nueve meses donde la primera parte implicaba el aislamiento social, lo que se le llama la fuga geográfica para retenerme y generar días de abstinencia y un proceso de desintoxicación física que se da del primer al tercer mes donde las toxinas de las drogas y el efecto residual que tienen se va perdiendo porque en mi caso particular yo necesitaba una contención fuerte y una privación de libertad.

Fue así que me propuso que viajara a Brasil donde hice los primeros seis meses de tratamiento en Santa Teresinha que es un pueblo de Porto Alegre porque en Brasil está legalizada la internación involuntaria, en contra de tu voluntad, cosa que en Uruguay no. Allí tuve un aislamiento social fuerte, hice un proceso muy bueno, a los tres meses como me interiorizaba en el tema y me gustaba informarme daba reuniones, ayudaba al coordinador y a los monitores. Los últimos tres meses del tratamiento los hice en Juanicó.  

“Los nueve meses de internación son “obligatorios”,  donde los primeros tres meses son de abstinencia social…”

 

P.al Día- ¿Cómo es el abordaje de esta problemática para la recuperación?

Alberto Pereira- Si bien el programa es general el abordaje es personalizado y hay una amplia gama de posibilidades. Los nueve meses de internación son “obligatorios”,  donde los primeros tres meses son de abstinencia social.

Después de los nueve meses se focalizan tres meses más de reinserción social donde trabajás siete días y estás siete días en tu casa; para los que no tienen hogar existen casas de reinserción; también hay tratamientos ambulatorios que es un seguimiento mediante tirillas de antidopaje, reuniones y demás pero no incluye internación.

Si bien hay muchos factores que influyen, nosotros (hablo en tercera persona porque hoy en día Betania es mi segunda familia) creemos que el tema fundamental del consumo es una consecuencia comportamental de la persona y lo que va a mantener la sobriedad de esa persona son los cambios actitudinales y comportamentales, la generación de nuevos hábitos, nuevas costumbres, reestructurar a la persona; es una enfermedad bio-sicosocial por tanto la modalidad de trabajo es abordar el plano espiritual, físico y psíquico que son las áreas que se ven afectadas. En la clínica de Brasil se daba mucho el sistema de reuniones, información pero poco labor, acá mezclamos mucha espiritualidad con trabajos (huerta, animales, cocina).  

Además de la chacra en Juanicó Betania tiene otra sede en Artigas donde se realiza el mismo abordaje, solo que en distinto lugar. Están situadas en las dos puntas del país ya que la gente de Montevideo tratamos de llevarla para allá para tener esa fuga geográfica y los del norte los traen para acá.

P.al Día- ¿Cómo se financia esa internación?

Alberto Pereira- Si bien hay una financiación de parte de los padres que varía, se trata de ser lo más autosustentable posible; la mensualidad no es impagable pero tampoco es alta y se adapta a la realidad de cada usuario. Cuando una persona puede pagar la totalidad de tratamiento está tratando de financiar la parte de otro y es lo que tratamos de hacer; además el 85% está becado en un buen porcentaje. Para el que esté solo y no tenga sustento familiar el método más eficaz que conozco es Narcóticos Anónimos donde lo que proponen son 90 reuniones en 90 días para hacer ese período de desintoxicación.

El ciclo total de tratamiento de nueve meses representa la gestación de un feto en el cuerpo humano por lo que tiene un valor simbólico del renacer.

P.al Día- ¿Cómo se hace para contactar con Betania?

Alberto Pereira- Nosotros no usamos ningún tipo de publicidad por un principio ético ya que no persigue fines de lucro, por lo que la vinculación puede ser directamente con la chacra, a través mío o preguntar por Victortio Ponce de León.

P.al Día- ¿Cuál es tu realidad hoy día?

Alberto Pereira- Actualmente después de haber pasado por todos esos procesos estoy cumpliendo la función de operador terapéutico en la comunidad de Betania en Artigas.

P.al Día- ¿Cuánta gente trabaja allí?

Alberto Pereira- Tratamos de que cada 10 internos haya un monitor aparte del Coordinador, operadores terapéuticos, siquiatras, psicólogos, nutricionistas. Además contamos con el capellán Fernando Frontán que genera reuniones de espiritualidad y demás. Actualmente hay unos 37 internos y el equipo está compuesto por unas 12 personas.

P.al Día- ¿Dónde te ves en el futuro?

Alberto Pereira- Tengo objetivos y sueños a mediano y corto plazo; una es terminar el liceo y tercerizar los estudios para seguir capacitándome como estudiante. Además mi pensamiento está focalizado en la chacra para poder volcar el sentimiento de gratitud que tengo con ellos, ayudar a adictos y a Victorio que fue quien me ayudó y tengo un sentimiento de deuda para con él y con el programa mismo. Necesito afianzarme, interiorizarme y capacitarme de mejor manera para que mi ayuda sea de mejor nivel para con los internos y sus familias.

P.al Día- ¿Te han quedado algunas secuelas?

Alberto Pereira- Principalmente lagunas mentales y memoria a corto plazo, y obviamente rendimiento físico disminuido. Hay gente que presenta la comorbilidad que es cuando presentan dos o más patologías juntas; la adicción no necesita ninguna otra enfermedad para desarrollarse pero hay muchas otras enfermedades que usan como base la adicción para gestionarse que son las oportunistas.

 

“El consumo de drogas en Progreso es excesivo, está muy naturalizado y noto pasividad por parte de la sociedad…”

 

P.al Día- ¿Cómo ves a Progreso con relación a las drogas?

Alberto Pereira- A nivel de consumo lo veo exagerado para el nivel cultural que tiene Progreso, lo veo muy naturalizado, se van perdiendo espacios públicos y noto pasividad por el lado de la sociedad, discriminación y estigmatización social, ven esta realidad como una deficiencia moral y no como una enfermedad. No culpo a nadie porque está en nosotros generar conciencia en las personas y tratar de informar a través de la capacitación para que la gente tenga un conocimiento más amplio de esta problemática.

P.al Día- ¿Creés que se necesitan políticas públicas más concretas para combatir esta enfermedad?

Alberto Pereira- He visto muy pocas hasta el momento, pero creo que habrá un antes y un después porque hay un sentimiento de empatía de quienes trabajan en los entes públicos que están tomando cartas en el asunto y se va a llevar a nivel burocrático y legislativo. 

Lo cierto es que hay mucha falta de información, necesitamos acercar la realidad de la recuperación a la sociedad y a esos marginados sociales para generar ese lazo con quiénes transitan la enfermedad activamente y decirles que es posible.

P.al Día- ¿Qué le dirías a quienes les hiciste daño y a quienes están sumergidos en las drogas?

Alberto Pereira- A las personas que les hice daño les pido disculpas pero también pido paciencia porque tengo focalizado un proceso de enmienda para hacer con la sociedad misma y con las personas particulares que les he causado daños, ya sea monetarios, síquicos o hasta afectivos. Los adictos siempre fuimos de prometer cosas que nunca hicimos como “Mañana voy a dejar de drogarme” entonces tengo un compromiso conmigo mismo que me hará muy bien y porque me siento en deuda con esas personas.

Por su parte a los adictos les diría que los entiendo porque uno ha pasado por esa realidad pero que dejen la soberbia de lado, que busquen ayuda, que se puede salir de la droga con la ayuda de las personas porque solos no se puede pero para salir se necesita el verdadero deseo de dejar de drogarse. Estoy a disposición para otorgarle mi ayuda a quien lo necesite.

 

“La sociedad no es responsable de que los jóvenes se droguen pero sí de que se sigan drogando…”

 

P.al Día- ¿Algo más que quieras agregar?

Alberto Pereira- Agradecer a todos quienes formaron y forman parte de mi recuperación y a Progreso al Día por darme esta oportunidad de poder informar a la población y acercar esta problemática para generar sentimientos de empatía y responsabilidad porque si bien la sociedad no es responsable de que los jóvenes se droguen sí es responsable de que se sigan drogando, porque yo no soy responsable de mi enfermedad pero sí de mi recuperación.